El perfil periodístico: pintar con palabras

¿Qué es un perfil periodístico?

Autora: Paula Delgado


“El perfil es un género periodístico, de forma predominantemente narrativa, cuya función consiste en contar fielmente quien es una persona de actualidad (o del común), mediante un proceso caracterizador que articula e integra acciones sobre su vida con rasgos de su carácter”.
De Rosendo, B. (2010). El Perfil Periodístico, claves para caracterizar personas en prensa. Madrid: Tecnos.

Características del perfil periodístico

  • Es un texto centrado en la vida o en la obra de una persona.
  • No se elabora sólo de personas destacadas y reconocidas socialmente, también personas del común pueden ser objeto de este modelo periodístico.
  • Es un relato de información que mantiene el equilibrio entre lo positivo y lo negativo del ser humano objeto del texto.
  • Requiere de un trabajo previo de reportería, entrevistando no sólo a la persona sobre la cual se escribirá el perfil, sino de personas cercanas, tanto opositores como observadores y seguidores.
  • Un buen perfil cuenta con picos emocionales, escenas, problemas y soluciones. También desarrolla temas, bloques temporales y puntos de vista. Es esencial combinar la narración con la descripción y el diálogo.
  • Belén De Rosendo explica que “el perfil es un género de referente y temas fijos: la persona concreta, a diferencia de la entrevista, que se interesa por lo que dice una persona concreta –sobre sí misma o sobre o sobre determinados asuntos de actualidad- o del reportaje, que se ocupa de unos hechos noticiosos – y secundariamente de las personas que los generan o ejecutan-. El perfil se centra en la persona concreta, en todos los aspectos que permiten contar quien es”.

Estás características están basadas en: Mena, L. A. 2010. Descifrando huellas, características del mimeógrafo del ciberespacio. Cali: Talleres Gráficos de Feriva. – Manual de redacción. (2017). Bogotá: El Tiempo Casa Editorial.

Pautas para la escritura de un perfil periodístico

-Buscar todo lo que pueda conseguirse sobre el personaje y su entorno.

-Desde la reportería hasta el momento de sentarse a escribir es preciso saber a dónde se va, tener una idea orientadora que nutra todo el perfil: una idea central determinante de la estructura.

-Hacer que las cosas cotidianas se mantengan frescas y novedosas es un reto intelectual. Para ello es necesario agudizar la mirada, despertar los sentidos, salirse por momentos del círculo de la historia para no caer en lugares comunes o cliché. No incurrir en la tendencia de escribir perfiles que buscan exaltar lo pintoresco, lo exótico: el boxeador ciego, el niño bicéfalo que lee a Marcel Proust, el barrendero travestí. Hay que evitar hacer postales de la gente y convertirlas en personajes de circo.

-El perfil no puede ser lineal, porque los seres humanos no lo son. Lo que hay que buscar en los personajes sobre los que se hace el perfil es la dimensión que tienen, esa pluralidad que los hace distintos de los demás.

-Ningún extremo en el periodismo es bueno. Ni los personajes que intentan agradar al periodista, ni aquellos que cierran por entero su círculo. En cualquier caso se debe encontrar información atractiva, pero nunca hay que mentir sobre ellos.

-Los malos también son interesantes, así no sean atractivos ni simpáticos.

-Incluir voces de contraste. Una vez se realicen las entrevistas se debe seleccionar aquellos personajes que aportan a la narrativa, que ayudan a reflejar el momento y lo que está en la mente del personaje.

-Uno de los temas que debe saberse manejar es el uso del off the record. No debe publicarse información que se mantenga bajo esta reserva. Lo que puede hacerse es negociar con la persona que suministró la información para que permita que se divulgue. En todo caso, un periodista puede omitir información, pero nunca mentir.

-El periodista debe demostrar las afirmaciones que hace. No basta con decir que el personaje es neurótico u obsesivo, gracioso o irresponsable. Hay que mostrar eso que dice en el texto. Lo demás es engañar al lector.

A la hora de describir el personaje y las escenas hay que tener en cuenta:

Conviene siempre situar al personaje en el espacio y en el tiempo.
Es importante incluir el entorno porque tiene incidencia.
El acto de reportería es la búsqueda del escenario para el cuadro tridimensional.
Es necesario mostrar la cara del personaje, su aspecto físico, sus gestos y ademanes.
El lenguaje corporal es clave: en los movimientos de un personaje se define, con frecuencia, su trato con los demás, su nivel de autoestima, sus inseguridades.
Para el periodista es mejor excluirse del perfil dentro de la narración.
Un buen comienzo es aquel que cuenta, no el que opina. Ese es el que se gana y engancha al lector. De tal manera que hay que empezar con hechos relevantes, con un golpe duro a la quijada del lector.
Siempre es necesario tener en cuenta al lector. No hay que suponer que él lo sabe todo sobre el personaje.
Estas pautas están basadas en: “Perfiles Periodísticos con Jon Lee Anderson”. Relator: Ariel Castillo - Editor para internet: Óscar Escamilla. Disponible aquí

Ejemplo de un perfil periodístico

A continuación se presenta el ejemplo de un perfil periodístico donde se pueden identificar algunas de las pautas explicadas anteriormente.

Azucena

Era hermosísima. Su particular belleza condensaba el encanto de un instante de contemplación. Era delicioso mirarla. Tímida. Algo medrosa. Poco coqueta. Blanca. No muy alta. Cabello negro, ensortijado, con mucho volumen. Una maraña tierna y sedosa, como de un Medusa moderna, preciosa y sublime. Sus ojos, acaso más negros, destellaban deidad. Su nariz era recta como su espalda, y su boca era rosada invitación. No sentía la obligación de ser bella. Lo era al natural. Porque sí. No era impactante, había que descubrirla. Olía delicioso. Era Anaïs Anaïs y no lograba evaporar su esencia. Sonreía poco, pero como nadie. Bailaba mejor. Todo su cuerpo era un aliento. Tenía un discreto lunar en la mejilla derecha que era el punto seguido del poema de su belleza. Era fácil enamorarse de ella. Pero fue desgraciada.

Nunca la vi sin ropa, pero siempre bien vestida.

Azucena era elegante y pulcra. Humilde en su condición social y altiva en medio de su carácter silente. Con la frente invariablemente en alto y su mentón como estandarte, caminaba erguida, como para que no se le cayera su corona de lindeza. No era orgullo, era el esplendor de la verdad. Era imposible no admirarla. Sus dientes eran un regalo que entregaba en medidas dosis. Cruzaba las piernas en insinuación, pero sin descaro. Tenía la expresión justa para que ningún hombre fuera indiferente a su existir y para que ninguna mujer osara siquiera una simple murmuración.

Solo dos hombres tuvieron la dicha suprema de tenerla más allá de los pensamientos.

Tan misteriosas como su presencia son las flores que le prestan el nombre. Azucenas o lirios. Tienen aspecto de trompeta y un aroma que se intensifica por la noche. Blancas, asociadas con la pureza, con la inocencia, con la castidad, con los ramos de novia y con la muerte. Los antiguos egipcios ya sabían de su vanidad y del enigma de muerte que las rodea aun siendo tan bellas. Veneraban los nenúfares del Nilo, unas plantas acuáticas con flores que se abren en la noche y se cierran por la mañana. Simbolizaban para ellos la separación de deidades y eran un motivo asociado a sus creencias sobre la muerte y el más allá.

Los dos primeros novios de Azucena Ramírez murieron de forma trágica. Desnucados. El primero, Ordubay Pérez, en un paseo. Se lanzó a un charco y no midió su profundidad. Y el segundo, Jorge Garzón, se cayó de una volqueta en movimiento.

Enviudó sin ser esposa. Su mayor catástrofe vino luego. Ningún hombre quería acerársele. Le decían la silla eléctrica. El que se sentaba con ella se moría.

No soportó el voltaje de los comentarios. Se fue del pueblo.

Nunca más supe de ella.

Siempre esperé verla regresar algún día, como atraída por el hilo invisible de mis avideces. Pero solo quiso aparecerse fragmentada y dispersa en otras.

Este texto es tomado de: Penagos, L. (2016). De vidas breves y bravas: historias de gente como uno. Cali: Universidad Autónoma de Occidente.