Un gobierno sin escrúpulos y los cadáveres a sus pies

Un gobierno sin escrúpulos y los cadáveres a sus pies

El texto que presentamos a continuación ha sido escrito durante el semestre 2022-3, por estudiantes de las asignaturas "Taller de Comunicación Escrita" y "Comunicación Oral y Escrita", impartidas en la Universidad Autónoma de Occidente. La publicación de este trabajo destacado tiene como objetivo estimular el inagotable talento de nuestros jóvenes en formación.

Un gobierno sin escrúpulos y los cadáveres a sus pies

Escrito por: Hansen Daniel Rincon Bernal.


El elemento principal a analizar en este texto, será un fragmento de la “Declaración de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición”. Conforme a lo anterior, el fragmento a tratar contiene, mayormente, información sobre las víctimas del conflicto armado en Colombia. El texto fue publicado en el año 2022 por la Comisión de la Verdad. Su presidente actual, Francisco José de Roux, fue partícipe de los diálogos de paz de La Habana y propició la partición de las víctimas en estas mismas.


Con la finalidad de esclarecer lo ocurrido durante el conflicto armado en Colombia, en los Acuerdos de Paz con las FARC (Acto Legislativo 01 de 2017 y el Decreto 588 de 2017), se decidió que era necesario documentar las distintas violaciones a los derechos durante el conflicto. De esta forma, se le otorgó a la Comisión de la Verdad, la misión de clarificar todas las causas, sucesos y participantes del conflicto. La declaración fue finalmente publicada en el año 2022, dando a conocer los distintos actores y su participación de forma detallada, compartiendo la verdad con las víctimas y la sociedad. Se espera que con esta información, la realidad de nuestro país pueda cambiar para bien. Que el gobierno actual y los próximos en llegar, puedan aprender de la historia colombiana, pagar la deuda con las víctimas y garantizar un futuro próspero para el país.

Cabe subrayar que las guerrillas, los paramilitares y las bandas criminales han cometido actos inhumanos incontables veces durante la guerra. Entre estos, está la desaparición forzada de más de 110.000 personas que han sido intensamente buscadas por sus familias y la UBPD (Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas). Lastimosamente, en la mayoría de los casos, las familias siguen sin recibir noticia alguna sobre el paradero de estas personas. Por su parte, el gobierno también participó en estos actos violentos en contra de las poblaciones. En lugar de buscar métodos que aseguren el bienestar de las comunidades vulnerables, tuvieron la osadía de acabar con sus jóvenes y marcarlos de criminales. De esta forma, los militantes podían ganar unos cuantos pesos extra ese mes y el mérito apropiado por haber acabado con un combatiente guerrillero. Estas víctimas del conflicto, conocidos como los falsos positivos positivos, son 6.402 registrados de manera oficial en los documentos de la JEP (Jurisdicción Especial para la Paz). Llegados a este punto, podemos evidenciar cómo el gobierno no solo falló en proteger a su pueblo, en su lugar, incentivo su dolor y tristeza.

Aquí es ineludible abordar, que el Estado es uno de los mayores culpables de la prolongación de esta guerra. A pesar de haber métodos eficaces para obtener la paz, como lo es entablar conversaciones, el gobierno decidió continuar el conflicto por más de 50 años. Se debe recalcar que la cantidad de recursos, ya sean monetarios, vidas y muchos otros, fueron cobrados en las masacres y batallas, en lugar de ser implementadas en el desarrollo y el progreso de Colombia. Según una investigación realizada por el columnista de “El Heraldo”, Roberto Luis Hernández Buelva, entre el 2001 y el 2015, se gastaron más de 330 billones de pesos en gastos militares, llevando a Colombia a ser el país latinoamericano con mayores gastos en el sector del momento. De esta forma, el gobierno contrajo una deuda ética y moral, no solo con las víctimas, sino con todo el país. Si ese dinero hubiese tenido un destino distinto, ya sea para mejorar la educación, la salud o algún sector productivo del país, la realidad colombiana sería muy distinta a la que conocemos actualmente. La actitud del gobierno y su respuesta al conflicto y sus consecuencias, tienen indignados a todo el país, y la confianza en el gobierno por parte de las víctimas, es prácticamente inexistente.

No obstante, la participación violenta de las fuerzas armadas colombianas, no cambia el hecho de las atrocidades realizadas por los grupos disidentes del momento. En nuestro país, más de 30.000 niños y niñas fueron forzosamente reclutados por grupos armados al margen de la ley. De ellos, solo unos cuantos lograron sobrevivir, los demás murieron, ya sea tratando de escapar o en enfrentamientos armados. Fueron obligados a participar en estos combates, y en ocasiones, eran simples herramientas usadas como carne de cañón. Podían ser enviados completamente desarmados, no importaba, su única misión era distraer al enemigo hasta su muerte, y según la historia, cumplieron su papel. En el campo de batalla, el ejército colombiano no distingue género, raza o edades, todos son bajas que acumulan méritos en su expediente, la hipocresía de nuestro país no tiene fin. Del mismo modo, los indígenas, que viven en algunos de los sectores más marginados del país, sufrieron las mayores pérdidas como consecuencia de la guerra. En primer lugar, fueron expropiados de sus tierras, reclutados forzosamente y violentados física y sexualmente por los grupos disidentes. En segundo lugar, tras haber sufrido por los hechos mencionados previamente, la sociedad colombiana criminalizó sus acciones, causando que estén aún más marginados. Ahora, al tener que vivir en la periferia del país, sin apoyo notable del gobierno y estando en la mira de todos grupos armados, deben luchar para sobrevivir en esta sociedad tan desastrosa y atroz.

En fin, a lo mejor llegará un momento en que los gobernantes colombianos decidan valorar más a su pueblo. Sin embargo, hasta la fecha, lo único que se ha evidenciado ha sido su falta de escrúpulos. Con la marginación y sacrificio del pueblo, lo único que se puede esperar son más tragedias, como ha ocurrido con el conflicto armado. Esperemos aprender de nuestro pasado, para tener un futuro, como Napoleón Bonaparte dijo, “Es injusto que una generación sea comprometida por la precedente. Hay que encontrar un modo de preservar a las venideras de la avaricia o inhabilidad de las presentes”. Que la Declaración de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición sea una herramienta que guíe el desarrollo del país.


Macroproposiciones:

- Con el fin de obtener una paz duradera, se decidió crear la Comisión de la Verdad, a la cual se le encomendó documentar todos los sucesos ocurridos durante el conflicto armado.

- Tanto las fuerzas armadas al margen de la ley como el ejército nacional fueron partícipes de las tragedias y atrocidades ocurridos en el conflicto armado. De ellas, la desaparición forzada de personas inocentes ha dejado en claro que los colombianos, fueron abandonados por el gobierno al haber sido partícipes de estos actos.

- La ineficacia del gobierno para resolver disputas, permitió que el conflicto armado se desarrollara de la manera que conocemos. De haber sido capaces de entablar conversaciones y acuerdos, todos los esfuerzos usados en la guerra pudieron haber sido usados en el desarrollo del país.

- Los grupos armados al margen de la ley realizaron crímenes de lesa humanidad, entre ellos se encuentra el reclutamiento forzado. Este acto no diferenció edades, género o cultura y destruyó la vida de incontables colombianos. Por otro lado, el gobierno, que tiene la función de proteger a sus ciudadanos, acabó con la vida de miles de estas personas durante las confrontaciones. Además, siendo conscientes de los desplazamientos forzados ocurridos en las zonas marginales del país, el gobierno difícilmente apoya a las personas a recuperar sus tierras.

- Es necesario aprender de todos los sucesos del conflicto para evitar que estos vuelvan a suceder. De la misma forma, debemos velar por el correcto desarrollo de nuestro país.